sábado, septiembre 12, 2009

Brasil: caipirinhias con sabor a Bosanova > Obrigado

Érase un 21 de Agosto/2009. El reto de viajar es enfrentar el susto de perder el control de todo lo que conoces y este viaje hizo parte de ello. Por mucho que planees siempre hay algo por descubrir: la gente, los lugares, las emociones, cosas que siempre superan lo que inviertes. Un viaje que superó el presupuesto pero como comparar los gastos de tus ahorros con una sonrisa justo en el momento en que desayunas a las 3am en Bogotá porque Avianca daño tu conexión o compararlo con la emoción cuando el viento despejó al Corcovado en aquel día nublado y frío, y pudimos disfrutar la grandeza de los símbolos y la vista completa de Río de Janeiro, tampoco lo puedo comparar con la claridad de un día de sol en contra de las estadísticas del tiempo que solo pronosticaban lluvia, pero que por el contrario nos en maravillo con la grandeza del Pão de Açúcar, tal vez es difícil pagar por conocer el café donde nació la canción “La garota de Ipanema”, allá en la rua Vinicius de Moraes, una de las canciones más traducidas del mundo. Tampoco tiene precio disfrutar las olas que pintan las calles y las playas de Copacabana, sin mencionar como se altera el término “Historia” al soñar con los momentos que habrán vivido en el estadio Maracanã junto a Pelé y su hermoso fútbol. Como olvidar que somos suramericanos y tenemos que sobrevivir al capitalismo que olvida las favelas y sus necesidades.

Si, todo es hermoso y más con tu familia y los que quieres, pero nace la pregunta en São Paulo, qué fue primero New York o esta inmensa metrópolis que sube tu energía para decir quiero seguir viajando por el Sur de América, por sus colores, sabores, idiomas y riquezas que son mayores culturalmente que otros espacios creados solo para el turismo. Buzios y sus playas hacen que disfrutes de la naturaleza, la colonia y su noche de calles empedradas, como si fuera la última vez que disfrutas tanta grandeza. Los viajes de mochileros (backpackers) complementan esa mezcla de sabores que no quiero dejar de disfrutar porque llenan de momentos mi vida, además cuestionan a los que tanto hablan de viajar y se quedan en palabras sin retar el mundo con su mochila y sueños al hombro. Si, valoro de ser mochilero, al adentrar y retarme frente a una nueva cultura hasta sentirme capaz de enaltecer la mía porque sé lo que me diferencia de las otras culturas y nos hace únicos y con pasión por “Ser Colombianos”.

Tantos buses, hoteles, hostales, caminatas y sonrisas nos hacen llegar hasta Iguazú (Fox y Puerto) y sus indescriptibles Cataratas, la naturaleza al 100% de contacto, una belleza incalculable o tal vez tan grade como su afluente de agua en la Garganta del Diablo. Volver a Buenos Aires, fue revivir historias, amigos y buenos vinos. Nuestro amigo Cedric y su hospitalidad casi colombiana, me hacen pensar que algo de ellos es parte mía. Gracias, realmente fue un viaje de recuerdos y lugares especiales tanto por la arquitectura europea como por los amigos franceses que la habitan. Caminito, Recoleta, Palermo, San Telmo, Puerto madero y sus grandes avenidas que envuelven a Corrientes y sus teatros que hacen que cada pensamiento sea poco pasivo, el tango y su Tortoni que hacen símil con Medellín y su Versalles. Me lleno de felicidad porque lo viví de nuevo y lo sentí tan enorme y bárbaro como siempre que aconsejo viajar allí.


Gracias Brasil por su sabor y Argentina por su ambiente. Como dije esto fue una mezcla cultural que solo deja caipirinha, bosanovas, quilmes y alguno que otro tanto




Album de Brasil y Argentina